sábado, 22 de noviembre de 2008

URganDA la desconocida

En lugar de la Mancha, Madrid, hacia octubre de 2005 descubrí algunas letras escondidas en la E capital con la que se da comienzo a la narración del Quijote. Había estado observando detenidamente esa E de “En un lugar de la Mancha …” que aparecía en el facsímile de las princeps que ese año, por ser el 4º centenario, podían ser contempladas a través de Internet en la Biblioteca Virtual Cervantes, donde mejor se veía era en la edición de 1608, en las otras estaba algo borroso. Esas letras eran una A, una R y una U, tardando muchos meses en descubrir la D que me faltaba para completar una sospecha que tenía al interpretar la profecía del barbero, no el de la bacía sino el otro.
Se trata del episodio (Cáp. XLVI, Q-I) del enjaulamiento de don Quijote y la profecía que pronuncia el barbero para tranquilizarle y hacerle ver que esta encantado, para que así no intente escapar y considere todo cosa de encantamiento:
¡O Cauallero de la Triste Figura, no te de afincamiento la prision en que vas, porque assi conuiene para acabar mas presto la auentura en que tu gran esfuerço te puso! La qual se acabará quando el furibundo leon manchado con la blanca paloma tobosina yogiren en vno, ya despues de humilladas las altas ceruices al blando yugo matrimoñesco; de cuyo inaudito consorcio saldran a la luz del orbe los brauos cachorros que imitarán las rumpantes garras del valeroso padre. Y esto sera antes que el seguidor de la fugitiua ninfa faga dos vegadas la visita de las luzientes imagines, con su rapido y natural curso.
Había llegado a sospechar que en este pasaje se podía encontrar una de las claves de toda esta historia si se tomaba al pie de la letra eso de acabar la aventura, pues se dice “assi conuiene para acabar mas presto la auentura en que tu gran esfuerço te puso! La qual se acabará …”. Pensé que quizá era una señal de Cervantes para resolver el enigma, y consideré que la clave de todo consistía en interpretar correctamente lo que el autor quiere decir ocultamente en el párrafo:”quando el furibundo leon manchado con la blanca paloma tobosina yogiren en vno, ya despues de humilladas las altas ceruices al blando yugo matrimoñesco;”. Al ver un león en este punto no pude por menos que relacionarlo con el león de la portada, el león dormido con los ojos abiertos, bajo el cual está escrito ese SPERO LUCEM POST TENEBRAS.
Se trata de un error de principiante, lo reconozco, pues la portada del Quijote era una marca muy usada en todo tipo de libros por la imprenta de Juan de la Cuesta, cosa harto conocida, sin relación directa con el libro de Cervantes, al que le cayó esa portada como a muchos otros, incluidos algunos de él mismo, como “las novelas ejemplares“. Aun así éste pudo utilizar esta portada para que siendo relacionada con una profecía diera una de las claves del enigma del lugar. En la portada de sus princeps se puede observar a ese león dormido pero con los ojos abiertos y a la izquierda y en la parte superior una nube de la que sale un brazo de un cetrero sobre el que está posado un ave de presa, presumiblemente un halcón, con la cabeza encapirotada y siendo desconocido si duerme o está despierto, si tiene los ojos abiertos o cerrados, pero en cualquier caso a oscuras.
Podría pensarse que mientras uno está dormido con los ojos abiertos el otro esta despierto con los ojos cerrados, así el lema que circunvala el escudo, spero lucem post tenebras, no aclara cuál de los dos está esperando salir a la luz tras tantos tenebrosos siglos aguardando una supuesta presa.
Lo que era un enigma para mí era la relación que podía tener la portada con la profecía del barbero, pero recordaba haber leído algo parecido en algún sitio, quizá en los versos de Urganda la desconocida, los primeros tras el prólogo.
No puedo por menos que sorprenderme de la cantidad inmensa, por no decir la casi totalidad, de comentaristas de este prólogo del Quijote que interpretan poco menos que al pie de la letra lo que en él se dice y se cuenta. Destacan lo pobrecito que es el autor que no tiene a nadie importante que le escriba unos versos al comienzo del libro, tal y como dice que se solía hacer, vean cómo se queja:

Solo quisiera dartela monda, y desnuda, sin el hornato de Prologo, ni de la inumerabilidad, y catalogo, de los acostumbrados Sonetos, Epigramas, y Elogios, que al principio de los libros suelen ponerse. Porque te se dezir, que aunque me costô algun trabajo componerla, ninguno tuue por mayor, que hazer esta prefacion que vas leyendo. Muchas vezes tomé la pluma para escriuille, y muchas la dexè, por no saber lo que escriuiria: y estando vna suspenso, con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete, y la mano en la mejilla, pensando lo que diria, entrò a deshora vn amigo mio, gracioso, y bien entendido. El qual viendome tan imaginatiuo, me preguntô la causa, y no encubriendosela yo, le dixe, Que pensaua en el Prologo que auia de hazer, a la historia de don Quixote, y que me tenia de suerte que ni queria hazerle, ni menos sacar a luz las hazañas de tan noble cauallero…

Digo, e insisto, que no entiendo como no he leído ninguna observación acerca de la inmensa ironía que encierra. Se trata de una pura argucia monda y lironda donde se miente, se finge, más que otra cosa, una excusa para que el amigo gracioso que entra en escena haga una reflexión sobre el falso ornato que acompañaba a otros libros y cómo se puede inventar uno casi todas las cosas en una novela, incluidos los versos “que al principio de los libros suelen ponerse”.
Y todo porque esos versos los va a poner él mismo, tal y como tiene planeado desde que empezó a componer su obra. Esos versos son importantes para él por algún motivo y urde este subterfugio de lo pobrecito que es y cómo le salva el ingenio de su amigo que le da la idea de hacerlos él mismo. ¿No cuenta que sólo quisiera dártela “… sin el hornato de Prologo”? y lo dice en el mismo prólogo que está escribiendo. Todo truco, claro que tenía quien le escribiera unos poemas introductorios, le sobraban amigos poetas, tal y cómo después se verá obligado a poner, tal que:

Tambien ha de carecer mi libro de Sonetos al principio, a lo menos de Sonetos, cuyos autores sean Duques, Marqueses, Condes, Obispos, Damas o Poetas celeberrimos. Aunque si yo los pidiesse a dos, o tres oficiales amigos, yo se que me los darian, y tales, que no les ygualassen los de aquellos que tienen mas nombre en nuestra España.
En fin señor, y amigo mio, prosegui, yo determino que el señor don Quixote, se quede sepultado en sus archiuos, en la Mancha, hasta que el cielo depare quien le adorne de tantas cosas como le faltan,…

Puro cuento, en el Canto a Calíope de su Galatea cita docenas de poetas y demuestra tener vastos conocimientos de quien era y no era en el ambiente literario de la época, y muchas descripciones nos lo muestran cómo alguien especialmente simpático y bien relacionado con todos. Al contrario de lo que se suele decir por muchos comentaristas para explicar que su carencia de amigos le obliga a escribir ese prólogo lamentándose y esos versos por no tener quien se los haga. Puro cuento.
Estos versos que siguen al prólogo y que anteceden al comienzo desmemoriado del texto tienen una importancia indudable, aquí sí que se ha de decir que no hay nada escrito por azar en el Quijote:
Al libro de don Qvixote de la Mancha
Vrganda la desconocida

Si de llegarte a los bue- (nos)
Libro fueres con letu- (ra)
No te dira el boquirru- (bio)
Que no pones bien los de-. (dos)
Mas si el pan no se te cue- (ce)
Por yr a manos de idio- (ta)
Veras de manos a bo- (ca)
Aun no dar una en el cla- (vo)
Si bien se comen las ma- (nos)
Por mostrar que son curio-. (sos)
… …

Y al final consiguiendo la blanca paloma tobosina, a fuerza de brazos, pues ¿no es verdad que aparece un brazo?, el izquierdo de alguien, sosteniendo un halcón encapirotado:

Alcançò a fuerça de bra (zos)
A Dulzinea del Tobo. (so)
No indiscretos hierogli (ficos)
Estampes en el escu (do)
Que quando todo es figu (ra)
Con ruynes puntos se embi. (da)
Si en la direccion te humi (llas)
No dirà mofante algu (no)
Que don Alvaro de Lu (na)
Que Anibal el de Carta (go)
Que Rey Francisco en Espa (ña)
Se quexa de la Fortu. (na)

Mas me daba cuenta de que estaba avisando el autor precisamente de la relación inexistente entre la profecía y los hieroglíficos de la portada, dibujos o caperuza, con estos versos:

No te metas en dibu (jos)
Ni en saber vidas age (nas)
Que en lo que no va ni vie (ne)
Passar de largo es cordu. (ra)
Que suelen en caperu- (za)
Darles a los que grace- (jan)
Mas tu quemate las ce- (jas)
Solo en cobrar buena fa- (ma)
Que el que imprime neceda (des)
Dalas a censo perpe- (tuo)

Y siguiendo la dirección contraria a la que dicen, sí me metí en dibujos, y en saber vidas ajenas, y si me dicen que pasar de largo es cordura, elijo la locura y no paso, sino que lo interpreto como una clara invitación a quedarme y hurgar en todo esto. Y la caperuza, ¿no lleva el halcón una?, y eso de imprimir necedades ¿no es sandio todo esto? . Y lo de humilladas las altas cervices ¿qué puede querer decir?, ¿quién habrá de humillarse, el león o lo paloma? Todo esto puede parecer baladí pero esa pregunta significó mucho trabajo para mi, que gasté hoja tras hoja haciendo innumerables combinaciones de inauditos consorcios de leones y palomas, y hasta halcones. Había estado colocando las letras de león para arriba y para abajo, dirigiéndose a las letras de paloma, cruzadas en la “o” y en la “l”, letras comunes a ambas palabras, que se cruzaban tratando de yoguir en el blando lecho matrimoñesco. Montones de ensayos quitando la paloma y poniendo un halcón, cosa inaudita, siempre cruzándose en la “o” y en la “l“, únicas letras entreverables. Busqué relación con la palabra cetrería y derivados y también lo había intentado con Dulcinea, y hasta con la mano y el brazo que salen entre las nubes y con la caperuza que quitaba la luz al pájaro oscuro y nada blanco. Se puede decir que lo intenté todo.
Un día volví con otra idea. Pues habiendo leído otro párrafo de la segunda parte del Quijote (QC Cáp. 30), este de aquí:

Llegóse más, y entre ellos vio una gallarda señora sobre un palafrén o hacanea blanquísima, adornada de guarniciones verdes y con un sillón de plata. Venía la señora asimismo vestida de verde, tan bizarra y ricamente, que la misma bizarría venía transformada en ella. En la mano izquierda traía un azor, señal que dio a entender a don Quijote ser aquella alguna gran señora, que debía serlo de todos aquellos cazadores, como era la verdad, y, así, dijo a Sancho:
Corre, hijo Sancho, y di a aquella señora del palafrén y del azor que yo el Caballero de los Leones besa las manos a su gran fermosura y que si su grandeza me da licencia, se las iré a besar y a servirla en cuanto mis fuerzas pudieren y su alteza me mandare. Y mira, Sancho, cómo hablas, y ten cuenta …

Pero me encontré con lo que llegué a considerar otra nueve pista al respecto, se trata de un pasaje en el Quijote de 1615 al final de la dilatada aventura de Clavileño, en el que en una nueva profecía se vuelve a hablar de la blanca paloma y de los pestíferos girifaltes que la persiguen, de los que se verá libre cuando Sancho se dé los azotes estipulados, tras los cuales quedará la paloma en los brazos de su querido arrullador, tal y como ordena Merlín, pero vean cómo se explica esto en el libro :

CAP. 41.-Q-II.- Malambruno se da por contento y satisfecho a toda su voluntad, y las barbas de las dueñas ya quedan lisas, y mondas, y los Reyes don Clauijo y Antonomasia en su pristino estado, y quando se cumpliere el escuderil vapulo, la blanca paloma se vera libre de los pestiferos girifaltes que la persiguen y en braços de su querido arrullador, que assi estâ ordenado por el sabio Merlin protoencantador de los encantadores.

Pero qué quiere decir eso de “en los brazos de su querido arrullador”, ¿tiene que ver algo con los brazos?, y lo de “arrullador”, ¿es que el león se convierte en palomo? Y qué me dicen de los pestíferos gerifaltes que persiguen a la blanca paloma ¿se verá finalmente libre de ellos y en brazos de su amado?, ¿se trata de un girifalte en vez de un azor o un halcón?.
Un día llegó una inspiración especial, se me ocurrió, en malahora, la posibilidad de que si la blanca paloma tobosina no fuera definitivamente otra cosa que su mano izquierda, caso ya visto, ahora había decidido que ésta también puede ser llamada la zurda, cual también había visto que Sancho oyó que el ventero se llamaba Juan Palomeque el Zurdo, con su algo de paloma y todo. Demasiadas coincidencias, debí pensar. Y hete aquí que en uno de sus ensayos de inaudito consorcio no se me pasó otra cosa por mi entreverada cabeza que poner la siguiente figura, con león, humillándose inauditamente al revés, y todo:

L
E
O
T U R D A

Así pues las letras encontradas en el E capital con la que comienza el Quijote coincidían también con esa U R D A conseguida por esta otra vía.



Era también una posible explicación de ese prólogo con esos recovecos para poder empezar con los versos de URganDA la desconocida, todo se presentaba como una posibilidad, una hipótesis basada en sospechas con fundamentos bastante firmes. Pero se necesitaba algo más, revisar todo el texto del Quijote y aun todo los textos cervantinos, por si éstos podían aportar más pruebas a favor que apuntalaran esta teoría.

Decidí entonces analizar la situación desde otra óptica: el texto del Quijote y su relación con un pueblo llamado Urda a 35 Km. al noroeste de Puerto Lapice, cercanía que pudiera explicar muchas cosas.
Repasé detenidamente todo lo referente a las salidas y llegadas de don Quijote, así como cualquier referencia a la aldea de la Mancha en cualquier lugar que pudiera encontrar, cosa que me llevó mucho tiempo. Así como cualquier otra dato en otros libros del mismo autor y otros, demasiados, que de este caso escriben, aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se trataba de Montiel y ningún otro sitio, todo lo cual me llevó todavía muchísimo tiempo más.
Así que me ven siguiendo los pasos de Rocinante de acá para allá y también a la pluma del manco, que rezuma claridad y concisión cual persona seria y poco dado a la ironía, que en estos temas además es especialmente meridiano. Paso entonces a comenzar este estudio de rutas, arduo tema, y para ello es mejor contar todo sin dejarse nada, ni siquiera el más leve detalle, por mínimo que sea, y si alguno se me pasa será más por el galgo del autor que por falta de sujeto.
Algo complicado de contar es la 1ª salida de don Quijote pero como todo se ha de comentar y ver, aquí no hay más remedio que ir al principio y tirar para adelante. Veamos como se inicia esta aventura y que pistas nos proporcionan los libros de Cervantes respecto al posible lugar de partida, estas son las dos primeras que aparecen:

PRÓLOGO QH : … este Prologo; en el qual veras, lector suaue, la discrecion de mi amigo, la buena ventura mia en hallar en tiempo tan necessitado tal consegero, y el aliuio tuyo en hallar tan sinzera y tan sin rebueltas la historia del famoso don Quixote de la Mancha, de quien ay opinion por todos los habitadores del distrito del campo de Montiel, que fue el mas casto enamorado y el mas valiente cauallero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos.

CAP. II QH : Y assi, sin dar parte a persona alguna de su intencion y sin que nadie le viesse, vna mañana, antes del dia, que era vno de los calurosos del mes de Iulio, se armó de todas sus armas, subio sobre Rozinante, puesta su mal compuesta zelada, embraçó su adarga, tomó su lança, y, por la puerta falsa de vn corral, salio al campo con grandissimo contento y alboroço de ver con quánta facilidad auia dado principio a su buen desseo.

“Una mañana, antes del día…”, ¡ya estamos! ¿era de día o de noche todavía?, al alba, hemos de suponer.
“… que era de los calurosos del mes de julio…”, esto es importante, el sol de julio es cosa fina en la Mancha.

CAP. II QH : con esto se quietó y prosiguio su camino, sin lleuar otro que aquel que su cauallo queria, creyendo que en aquello consistia la fuerça de las auenturas.

Bien, hasta aquí todo esta claro, va solo, ensimismado, hacia donde quiera y guste Rocinante, y parece que camina por el antiguo y conocido campo de Montiel, como más adelante se especificará y apuntillará. En realidad el autor es muy preciso en este punto, no hay problemas, todo esta claro, ya desde el prólogo se deja ver esta tendencia a la claridad, enemiga de la oscuridad y el retorcimiento. Pues han de saber que ya en la prefación anuncia su odio a la imprecisión y promete ser concreto y puntilloso. Así, al final de la misma dice: “… y el alivio tuyo en hallar tan sincera y tan sin revueltas la historia del famoso don Quijote”
El distrito del campo de Montiel queda, pues, establecido como área por donde es conocido y camina nuestro hidalgo, o “… en aquellos contornos“ sin especificar, pues seria mucho pedir, si esta en el centro, más o menos, del distrito, o en los aledaños. Pero pues ha dicho un nombre, Montiel, la cosa queda determinada de forma sincera y sin revueltas.
Tenemos algunas pistas más, unas bellotas (gordas), bosques cercanos, arroyos, tierras de sembradura, un prado concejil, caza e incluso un galgo para la misma, así como una cuesta que hay que subir y bajar para llegar al lugar. Veamos detallada y puntualmente que esto es así:

CAP. I QH : En vn lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que viuia vn hidalgo de los de lança en astillero, adarga antigua, rozin flaco y galgo corredor.

que oluidó casi de todo punto el exercicio de la caça, y aun la administracion de su hazienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendio muchas hanegas de tierra de sembradura …

CAP. XIII. QC : … Pues galgos, no me auian de faltar, auiendolos sobrados en mi pueblo; y mas, que entonces es la caça mas gustosa, quando se haze a costa agena.

CAP. IV QH : No auia andado mucho, quando le parecio que a su diestra mano, de la espessura de vn bosque que alli estaua,…

CAP. L QC : Dizenme que en esse lugar ay bellotas gordas; embieme hasta dos dozenas, que las estimaré en mucho por ser de su mano,…

CAP. X QC : … te mando las crias que este año me dieren las tres yeguas mias que tu sabes, que quedan para parir en el prado concegil de nuestro pueblo.

CAP.LXXII QC : Con estos pensamientos y desseos, subieron vna cuesta arriba, desde la qual descubrieron su aldea, la qual vista de Sancho, se hincó de rodillas, ….
… Con esto, baxaron de la cuesta y se fueron a su pueblo.


(Véase Urda y su posible cuesta)


Pero volvamos a la narración, pues ya lo tenemos montado sobre Rocinante y cabalgando, al pairo de su rocín, si bien no sabemos si ya ha amanecido o no, pero sí que va ensimismado pensando en: “¿Quién duda, sino que en los venideros tiempos, quando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escriuiere no ponga, quando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta manera?…”. Pero veamos el párrafo completo:

CAP. II QH : Yendo pues caminando nuestro flamante auenturero, yua hablando consigo mesmo, y diziendo: ¿Quién duda, sino que en los venideros tiempos, quando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escriuiere no ponga quando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta manera? Apenas auia el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra, las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados paxarillos con sus harpadas# lenguas, auian saludado con dulce, y meliflua armonia la venida de la rosada Aurora, que, dexando la blanda cama del zeloso marido, por las puertas, y balcones del manchego orizonte, a los mortales se mostraua, quando el famoso cauallero don Quixote de la Mancha, dexando las ociosas plumas, subio sobre su famoso cauallo Rozinante, y començo a caminar por el antiguo, y conocido campo de Montiel (y era la verdad que por el caminaua) y …

¡O tu sabio encantador, quien quiera que seas, a quien ha de tocar el ser coronista desta peregrina historia, ruegote que no te oluides de mi buen Rozinante, compañero eterno mio …

Ha hecho su aparición el sabio que va a narrar los hechos, no es de extrañar, pues todos los caballeros andantes famosos tienen uno y don Quijote no iba a ser menos. Dicho sabio, aún innominado, se convertirá en el segundo autor de este libro, pero todo esto se comentará más adelante. Lo que me interesa destacar ahora es lo que ve dicho sabio encantador: “Apenas el rubicundo Apolo…”. Bien, parémonos un momento, pues acaba de mostrarse triunfalmente el sol, y éste puede ser un buen orientador para un marino y aun para un caballero andante, siendo preciso que nos fijemos en él.
¿Apolo mira a don Quijote de frente, de espaldas o de lado? Ni idea, esa es la primera impresión, pero si se fija uno quizá en lo de … por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba …” y me dio la sensación de que el sol podía estar de frente, al menos del narrador, que en este caso es don Quijote comentando lo que debería decir su coronista de él. Si esto lo unimos a:

Con esto caminaua tan despacio, y el sol entraua tan apriesa, y con tanto ardor, que fuera bastante a derretirle los sesos (si algunos tuuiera).

Puertas, balcones, horizonte, se mostraba, el sol entraba, derretirle los sesos, ¿por donde daba el sol a don Quijote? ¿Por el cogote? Pero sigamos con la narración:

Casi todo aquel dia caminò sin acontecerle cosa que de contar fuesse, de lo qual se desesperaua, porque quisiera topar luego, luego, con quien hazer experiencia del valor de su fuerte braço. Autores ay que dizen que la primera auentura que le auino, fue la del puerto Lapice, otros dizen, que la de los molinos de viento. Pero lo que yo he podido aueriguar en este caso, y lo que he hallado escrito en los Anales de la Mancha, es, que el anduuo todo aquel dia, y al anochecer, su rozin y el, se hallaron cansados, y muertos de hambre: y que mirando a todas partes, por ver si descubriria algun castillo, o alguna majada de pastores donde recogerse, y adonde pudiesse remediar su mucha hambre, y necessidad: vio no lexos del camino por donde yua vna venta, que fue como si viera una estrella, que no a los portales, sino a los alcaçares de su redencion le encaminaua. Diose priessa a caminar, y llegô a ella a tiempo que anochecia: …

A pesar de todo parece que se ve bien todavía, digamos que está anocheciendo pero que aún se ve bien. Si consideramos que en la Mancha en julio el sol se pone muy tarde, a las 22.00 todavía se puede ver bien, y si tenemos en cuenta que ha podido salir por la puerta falsa del corral alrededor de las 6,30 de la mañana tendremos que ha estado caminando aproximadamente unas quince horas y, que a una legua por hora serian unos 80 Km. Pero si suponemos que camina despacio en un rocín viejo o una vieja yegua, que me da igual, y sin rumbo fijo, con un sol de justicia y algún descanso, habrá que quitar unos cuantos km.. Parra Luna y colegas en su libro (“El lugar de la Mancha es …”) hacen una estimación de 31 km. por jornada (de verano) que a mí me parece bastante acertada, así pues, se puede considerar que una distancia de entre 30 y 50 km. sería bastante cercana y adecuada a un cálculo lógico.
También es de comentar que de este fragmento del texto se deduce que ésta es la aventura “del puerto Lapice”, pues no es la de los molinos de viento, y por tanto de aquí sabemos hacia donde se ha dirigido Rocinante, que es el timonel en esta salida. Esto viene corroborado por la segunda salida, donde se dice que se lleva el mismo camino y derrota que en la primera, y se especifica que es otra vez a Puerto Lapice, topándose entonces con los molinos.
Volvamos a la narración, donde teníamos a don Quijote y Rocinante, cansados, acercándose a la venta que cual estrella ha sido divisada al atardecer (¿iluminada por los últimos rayos del sol, o con éste de contra?). La venta le parece “un castillo con sus quatro torres y chapiteles de luziente plata”, y aquí he de decir que esa iluminación plateada es típica de los atardeceres cuando no te dan los últimos rayos en los ojos sino que la luz procede de atrás. Se dirige a ella por un camino, pues se dice que yendo por él la divisa, y si no hay nada en contra la venta estará en un camino, que es donde suelen estar las ventas, y que según se deducirá más tarde dicho camino lleva a Sevilla. Así pues, venta en el camino a Sevilla, venta en un camino real, venta por Puerto Lapice, lugar que en tiempos se llamó Venta de Puerto Lapice, en definitiva, que podría considerarse que están en el mismísimo Puerto Lapice o en una venta cercana, donde :

: estauan acaso a la puerta dos mugeres moças, destas que llaman del partido, las quales yuan a Seuilla con vnos harrieros, que en la venta aquella noche acertaron a hazer jornada: y como a nuestro auenturero, todo quanto pensaua, veía, o imaginaua, le parecia ser hecho, y passar al modo de lo que auia leydo, luego que vio la venta, se le representò que era vn castillo con sus quatro torres y chapiteles de luziente plata, sin faltarle su puente leuadiza, y honda caua, con todos aquellos aderentes que semejantes castillos se pintan.

La cuestión es esta: con las pistas que tenemos da la sensación de haber andado todo el día y, según la desorbitada hipótesis de Pierre, Apolo les ha cruzado el cráneo, empezando por la frente hasta el cogote, o viceversa, que ésta es la cuestión. Han recorrido entre 30 y 50 Km. y han llegado a Puerto Lapice o alrededores, y todo ello por la querencia de Rocinante. La dirección oeste hacia el este no debe ser descartada, y sin embargo, por estar situado el campo y distrito de Montiel en la posición opuesta, debemos descartarla y decir que es otra.
No parece que haya más pistas de esta primera salida o al menos no se ha visto que nadie considere otras que las dichas, ni Parra Luna y colegas ni ningún otro escudriñador del enigmático lugar de procedencia de Rocinante y compañía. ¿Es posible que alguna mente enrevesada pueda encontrar alguna otra pista? Es posible incluso que exista, muy escondida, pues nadie la ha mencionado nunca, salvo que tengamos en cuenta dos aspectos. Siendo el primero de ellos algo de “a soslayo”, que me costó lo suyo encontrar donde estaba. Pero si nos fijamos en un detallito de la segunda salida, esta vez con Sancho, entonces quizá podríamos aclarar donde estaba el rubicundo Apolo a primera hora de la mañana del día de autos, que sería, para variar, saliendo por Cartagena, pero lo importante es por donde iluminaba al amo y a su caballo. Obsérvese en el capitulo VII (QH) y en la segunda salida este párrafo:

Acerto don Quixote a tomar la misma derrota, y camino, que el que el auia tomado en su primer viaje, que fue por el campo de Montiel, por el qual caminaua con menos pesadumbre que la vez passada, porque, por ser la hora de la mañana y herirles a soslayo los rayos del sol, no les fatigauan.

Como vemos se sigue insistiendo en el campo de Montiel, sí, pero además nos dice algo muy importante respecto a la posición del sol en la primera salida, cuya referencia es clara. Dice que “caminaua con menos pesadumbre que la vez passada“, y fíjense bien que dice “caminaua” (singular) y no caminaban (plural), por lo que no se incluye a Sancho. Queda claro que era don Quijote en solitario en la primera salida el que caminaba y hay que fijarse también en el detalle de “con menos pesadumbre que la vez passada“ ¿porque esa menor pesadumbre?, porque “por ser la hora de la mañana” no, pues aquí no hay ninguna novedad, también era primera hora cuando don Quijote sale solo, o quizá será entonces porque lo que hacía el sol era “herirles (plural) a soslayo“, esto es, de lado , oblicuamente y por eso “no les fatigauan“(plural). Analicemos ese “a soslayo” que tanto había llamado la atención de Pierre, más detenidamente.
“A soslayo”, ahora decimos “de soslayo” para decir “de lado”, “oblicuamente”, y ésta es la única vez que se utiliza en el Quijote dicha expresión. Pero se me ha ocurrido mirar en las “Novelas ejemplares”, en la estupenda edición de Jorge García López que trae diccionario de las palabras utilizadas en la obra, y da la casualidad de que también aquí sólo se utiliza una vez y es en la primera de las novelas, “La gitanilla”, cuando un gitano refiriéndose a la forma de vivir de los gitanos dice:

Somos astrologos rusticos, porque, como casi siempre dormimos al cielo descubierto, a todas horas sabemos las que son del dia y las que son de la noche; vemos como arrincona y barre la aurora las estrellas del cielo, y como ella sale con su compañera el alua, alegrando el ayre, enfriando el agua y humedeciendo la tierra, y luego, tras ellas, el sol dorando cumbres, como dixo el otro poeta, y rizando montes; ni tememos quedar elados por su ausencia quando nos hiere assoslayo con sus rayos, ni quedar abrasados quando con ellos particularmente nos toca.

Otra referencia más encuentro en la última estrofa de “Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla”:

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada
miró al soslayo, fuése y no huvo nada.

Esta claro que la primera vez no tuvo suerte el solitario hidalgo y con más pesadumbre que en la segunda salida, esta vez le dio el sol no de soslayo sino más bien de frente, mientras que en la segunda salida, ya con Sancho, le daba de soslayo y esto les causaba, lógicamente, una pesadumbre menor. Eso es lo que necesariamente parece deducirse, y tiene muchísima importancia pues significa que el sol no le daba de soslayo sino en los ojos, frontalmente, y como consecuencia de esto, si se dirigía a Puerto Lapice y el sol le daba en la cara por la mañana tenía que proceder del oeste, y más puntualmente algo al noroeste, pues la Mancha no se encuentra en el ecuador, saliendo Apolo hacia el sureste (sale por el este ligeramente ladeado hacía el norte en esa época de julio, pero inmediatamente se va colocando en dirección sureste).
Concretando un poco, pues el detalle lo merece, en la segunda salida llevaban la cosa iba mejor porque el sol no les daba de frente, sino de lado y ya se comentará en su momento el posible porqué de este desvío, mientras en la primera salida don Quijote lo pasó peor, con más pesadumbre, y esto sólo pudo ser porque le daba de frente en toda la cara. Así pues podría pensarse que o los contornos del distrito del campo de Montiel se extienden mas allá de Puerto Lapice por el oeste o aquí pasa algo raro.
Lo más curioso es que nadie se haya fijado en este punto, lo cual me hace ir con mucho cuidado y precaución, pero aún así tendré que concluir que un lugar al noroeste es posible y hasta más congruente, si exceptuamos las continuas referencias explicitas a Montiel, en la dirección contraria, que es la única considerada clásicamente hasta ahora. El único investigador que ha hablado de la posibilidad de buscar por el noroeste ha sido José Terrero en un artículo en los Anales Cervantinos VIII (1959-1960) llamado “Las rutas de las tres salidas de DQ de la Mancha”, mas como una simple observación. Pero ambas direcciones son posibles por ahora, pues una pista, Montiel, lleva a una orientación, y otra, a soslayo y pesadumbre, lleva a otra. El sol parece querer darle la razón a la dirección noroeste, y Cervantes la quita reiteradamente por no estar en el citado distrito.
¿Puede haber alguna otra pista de la primera salida más escondida por ahí? Pienso que si, y se trata de otra palabra, “solazando”, que también fue trabajoso encontrarla, veamos donde estaba, pues aún no acaba de llegar a la venta:

Fuesse llegando a la venta, que a el le parecia castillo, y a poco trecho della, detuuo las riendas a Rozinante, esperando que algun Enano se pusiesse entre las almenas, a dar señal con alguna trompeta, de que llegaua cauallero al castillo. Pero como vio que se tardauan, y que Rozinante se daua priessa por llegar a la caualleriza, se llegô a la puerta de la venta, y vio a las dos destraydas moças que alli estauan, que a el le parecieron dos hermosas donzellas, o dos graciosas damas, que delante de la puerta del castillo se estauan solazando. En esto sucedio acaso, que vn porquero que andaua recogiendo de vnos rastrojos vna manada de puercos (que sin perdon assi se llaman) tocó vn cuerno, a cuya señal ellos se recogen: y al instante se le representô a don Quixote lo que desseaua, que era que algun Enano hazia señal de su venida: y assi con estraño contento llegò a la venta y a las damas. Las quales, como vieron venir vn hombre de aquella suerte, armado, y con lança y adarga, llenas de miedo se yuan a entrar en la venta: pero don Quixote, coligiendo por su huyda su miedo, alçandose la visera de papelon, y descubriendo su seco y poluoroso rostro, con gentil talante, y voz reposada les dixo: …

Don Quijote, la venta, y en medio las dos mozas que “se estauan solazando”, se supone que por la parte de la venta iluminada por los últimos rayos del sol al anochecer. Ha de deducirse aquí que a don Quijote y Rocinante les daba el sol por la espalda, y estaba anocheciendo, luego tenían el oeste, por donde se pone el sol, por detrás, ergo venían de algún lugar al oeste.
Además un porquero toca un cuerno, señal por la que una piara de cerdos se recoge (¿a la última luz del día?). Así también las damas “… como le vieron venir”. Aquí todo el mundo ve, un poco, pero ve, el porquero, los puercos, las damas y hasta la venta o castillo se ve, luego parece que el rubicundo Apolo no se ha despedido todavía, y las damas se estaban solazando. Pero ¡ojo!, que “solazarse” es un verbo que puede esconder otros significados, como descansar, reposar, regodearse o recrearse, así que identificarlo solamente con tomar el sol puede ser excesivo, y aquí puede que no esté del todo acertado, por lo que si este apunte no es malo tampoco podemos decir que sea muy bueno.
Como curiosidad, y por seguir la importante jornada, las siguientes referencias a partir de aquí ya son sólo para la noche, que parece fresca, veámoslas:

y, axial se quedó toda aquella noche con la zelada puesta,…

Pusieronle la mesa a la puerta de la venta por el fresco, …

Y ya en el capítulo siguiente, el III (QH), parece que se presenta una noche con una luminosidad esplendida, vean si no:

… se començo a passear delante de la pila: y quando començo el passeo, començaua a cerrar la noche.

Acabò de cerrar la noche, pero con tanta claridad de la luna, que podia competir con el que se la prestaua: de manera que quanto el nouel cauallero hazia era bien visto de todos.

Observen con que gracia acaba de mencionar por última vez en esa noche al rubicundo, “el que se la prestaua”, no hemos hecho mal en seguirle desde su “Apenas el rubicundo“ hasta su desaparición final compitiendo ante el espejo de Selene.
¿Puede haber alguna pista más?, no creo, pero por si acaso permítanme recordarles lo que dice el primer autor del Quijote del segundo autor, Cide Hamete Benengeli, nada más empezar a hablar de él, en el capítulo IX (QH):

…, le di priessa que leyesse el principio, y haziendolo ansi, boluiendo de improuiso el Arauigo en Castellano, dixo que dezia: Historia de don Quixote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli historiador Arauigo.”… … …y roguele me boluiesse aquellos cartapacios, todos los que tratauan de don Quixote, en lengua Castellana, sin quitarles, ni añadirles nada,… … donde en poco mas de mes y medio, la traduxo toda, del mesmo modo que aqui se refiere.

Otras algunas menudencias auia que aduertir, pero todas son de poca importancia, y que no hazen alcaso a la verdadera relacion de la historia, que ninguna es mala como sea verdadera. Si a esta se le puede poner alguna obgecion cerca de su verdad, no podra ser otra, sino auer sido su autor Arauigo, siendo muy propio de los de aquella nacion ser mentirosos: aunque por ser tan nuestros enemigos, antes se puede entender auer quedado falto en ella que demasiado. Y ansi me parece a mi, pues quando pudiera, y deuiera estender la pluma, en las alabanças de tan buen cauallero, parece que de industria las passa en silencio. Cosa mal hecha, y peor pensada, auiendo, y deuiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos, y no nada apassionados, y que ni el interes, ni el miedo, el rancor, ni la aficion, no les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia emula del tiempo, deposito de las acciones, testigo de lo passado, exemplo, y auiso de lo presente, aduertencia de lo por venir. En esta se que se hallarà todo lo que se acertare a dessear en la mas apazible: y si algo bueno en ella faltare, para mi tengo, que fue por culpa del galgo de su autor, antes que por falta del sujeto.

Con Benengeli hemos topado, que escribe en arábigo, es decir, de derecha a izquierda, pero aún con caracteres arábigos escribe palabras castellanas. Es decir que la mayor parte del Quijote estaba escrito al revés, como en un espejo, pero además en letras árabes. ¿Alguna objeción cerca de su verdad?, si la hay, no podrá ser otra que haber sido su autor arábigo, mentiroso, y antes falto que demasiado, no muy puntual ni verdadero y más bien apasionado. Pero todo esto “no les haga torcer del camino de la verdad “. De todas formas, no se preocupen, pues si algo bueno faltare en ella, ya saben, para mi tengo que fue “por culpa del galgo de su autor, antes que por falta del sujeto“. Veamos otra referencia a la fiabilidad del arábigo:

Cap. III (IC) .- Con esto se consolo algun tanto, pero desconsolole pensar que su autor era moro, segun aquel nombre de Cide, y de los moros no se podia esperar verdad alguna; porque todos son embelecadores, falsarios y quimeristas. Temiase no huuiesse tratado sus amores con alguna indecencia que redundasse en menoscabo y perjuyzio de la honestidad de su señora Dulcinea del Toboso

¿Cual es la nueva pista?, ¿un galgo por los contornos donde se ubican todos los habitadores del distrito del campo de Montiel? ¿Cuanto es capaz de recorrer un galgo en un día, situado éste en los contornos del campo de Montiel? Demasiado forzado, si utilizamos un galgo, la precisión de los contornos se ensancha demasiado. Quizá entonces pudiera ser que como Benegeli escribía al revés, la dirección también la pudo poner al contrario. También queda de lo más forzado, no cuela, hay que presentar pistas más serias, aunque habrán de reconocer que resulta un pasaje de lo mas oscuro y misterioso, pero si no se sabe interpretarlo, tampoco se puede inventar una deducción así como así.
Tendremos que hablar de Montiel pues, y de que se podía entender en aquella época por campo de Montiel, que no era sino una de las grandísimas comarcas de la Mancha actual, y su demarcación ha variado a lo largo de los últimos siglos, tal y como apunta Parra Luna y compañeros, no coincidiendo con la actual. Llegó a extenderse por el oeste hasta Membrilla (al ladito mismo de Manzanares, a tres km.), y otra demarcación de 1550 añadía algunas poblaciones más al este de Alcázar de San Juan (incluyendo Argamasilla de Alba, y supongo que también Tomelloso). En 1573 la capital dejó de ser Montiel y pasó a ser Villanueva de los Infantes, lo que prueba la importancia de este pueblo, “la Santillana de la Mancha“, con tropas e Inquisición, muchas parroquias y conventos, y pocas posibilidades de tener un solo cura y un solo barbero, cual aldea.
Pero el asunto es que había movimiento de pueblos de una configuración comarcal a otra por esa época, y que de los dos importantes caminos a Andalucía que en aquellos tiempos pasaban por la Mancha, uno era el de siempre, el histórico, el que pasaba por Toledo-Mora-Malagón-Ciudad Real-Almodóvar del Campo hacia Córdoba y Sevilla. Fue el que normalmente usó Cervantes, que además tenia casa en Esquivias y también en Toledo. Y el otro camino pasaba por la actual carretera general, prácticamente, pues era por Aranjuez-Ocaña-Puerto Lapice hasta algún paso de montaña cerca de Despeñaperros. Este segundo pasaba por los contornos occidentales del campo de Montiel, pudiendo quizá llamarse por extensión, y en ese tramo concreto, el camino del campo de Montiel y a todas esas llanuras al este de los Montes de Toledo de la misma forma.
Por otro lado, y para mas inri, hay que unir a este saco de confusión la existencia de una pequeña aldea, pueblo o villa, que veo desaparecida recientemente de los mapas, cuyo nombre, y sí quiero acordarme, es Villamontiel, al sur de Esquivias y toda la Sagra, en un lugar cerca de Manzaneque entre Mora, Tembleque y Turleque, en las orillas de un embalse, y desde luego muy al noreste, y demasiado lejos, de Puerto Lapice. Ahora está debajo de sus aguas (seguramente desde 1983, por unas obras de ampliación de su capacidad), adonde va a parar el río Algodor, que luego continua hacia el Tajo. Este embalse, llamado de Finisterre esta situado entre la sierra de la Rabera y la de Algodor.
En la guía Campsa-2006 no vienen tres pueblos, dos de ellos estaban a la vera de este embalse, son Villamontiel y el Caserío Venta Vieja, tampoco viene Turleque. A los dos primeros se los ha tragado el embalse, Turleque no aparece escrito en el punto donde sigue estando porque se lo ha tragado el que lo tenía que poner, y no será por falta de espacio para ponerlo, que sobra, pues anchos son sus campos, sencillamente se han olvidado de ponerlo.
Así pues, antiguamente, entre Esquivias y Puerto Lapice había un pueblo llamado Villamontiel, cuya antigüedad desconozco, grave fallo, y a partir de Puerto Lapice y Villarta de San Juan (distan unos 9 km.) los pueblos siguientes son Manzanares, con su Membrilla montielera al lado y por otra carretera están las también montieleras Argamasilla de Alba o Alcázar de San Juan.
Si todo esto se observa desde Esquivias y el camino de Toledo a Almodóvar del Campo, que en algún mapa he visto “Finisterra”(a unos 50 Km. al noroeste de P. Lapice) como sitio de paso del itinerario a continuación de Mora (pues para ir a Consuegra y Madridejos se pasa por allí, a 3 km. de Villamontiel) la confusión esta servida y bien urdida.
Tal vez quizá pudiera considerarse que caminar por los contornos de Puerto Lapice incluso desde un lugar al noroeste, en dirección al campo de Montiel, pudiera entenderse “caminar por el campo de Montiel” en aquella época en que no existían mapas, y los pocos que había no tenían los caminos marcados (prohibido por exigencias de seguridad militar como en la Rusia soviética), y con comarcas, distritos y provincias no muy claros y aún en formación. Así parece deducirse de la segunda estrofa del soneto del académico Paniaguado de la Argamasilla, que dice así:

Pisó por ella el vno, y otro lado
De la gran Sierra Negra, y el famoso
Campo de Montiel, hasta el eruolo
llano de Aranjuez, a pie, y cansado.

Parece aquí que el famoso campo de Montiel linda por el norte directamente con el herboso llano de Aranjuez (cerca de Esquivias y por tanto de la Sagra), y por el sur con la gran Sierra Negra (Morena). Por otra parte en algún lugar he llegado a leer que por aquellos años hasta Lillo podía ser considerado dentro del Campo de Montiel y ser limítrofe.
No pudiendo contravenir al orden de la naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante, a una ida le corresponde una vuelta. Toca ahora pues comentar el regreso a la aldea del primer viaje de don Quijote, donde quizá consigamos algún dato más respecto a la orientación proporcionada por Apolo, ya que como se verá parece que el camino de ida y vuelta fue prácticamente el mismo, o al menos esa fue la intención.
Pero antes de pasar a analizar la cuestión debo hacer una pequeña meditación sobre los seis primeros capítulos que constituyen este primer viaje en solitario de nuestro desorientado hidalgo. Es hecho bien conocido que Goethe, antes de escribir su magna obra “Fausto” compuso un pequeño cuento o novela corta, un esbozo, o esquema de esta composición, y posteriormente fue añadiendo y acrecentándolo con nuevas ideas hasta que una pequeña composición se convirtió en una gran obra.
A este pequeño cuento se le conoce como el Ur-Faust (Ur = Pre) y por extensión, y suponiendo que en el Quijote pasó algo parecido, se habla, según tesis de J. J. A. Bertrand, del llamado Ur-Quijote. A este respecto también se podría aquí sacar a colación el “Entremés de los romances“, antecedente (¿fue anterior?, Luís Andrés Morillo lo duda) del Quijote e historia muy parecida y con muchas coincidencias con este Ur- Quijote, hasta el punto de sospecharse también su autoría por Cervantes o al menos su conocimiento. Pero en todo caso hay defensores de la idea de considerar que un proyecto de novela corta, el UR-Quijote, a modo de una de las novelas ejemplares, se pudo convertir en una novela larga.
Si esto fuera así tendríamos un esquema de la obra resumido en estos primeros capítulos, y esto es interesante, pues si hay alguna trama de enigma con sus consiguientes pistas, orientación, desorientación o despiste en esta supuesta adivinanza, podríamos suponer que conforma un juego completo de este misterio del lugar manchego, patria de don Quijote. Además que también podemos preguntarnos si ese “En un lugar de la mancha que no le saldrá en su vida“ de la ensaladilla del Romancero General conocida como “El amante apaleado“ contiene la misma aldea oculta y por adivinar que la que se escondería en el Quijote.
Se podría hablar también de un Ur- Benegeli, un sabio narrador que aparecerá posteriormente en el capítulo IX (QH) salvando la narración interrumpida (pues en los anales de la Mancha no constaban más datos de esta historia) al final de la primera parte de la primera parte de esta novela ¡que lío!. Todo lo cual hace que el libro tenga dos autores, Cervantes y Cide Hamete Benengeli, el primero escribiría los ocho y pico primeros capítulos y el segundo el resto. Pero antes de la aparición de este sabio historiador arábigo con su nombre y apellido, ya se mencionaba antes, en el segundo capitulo, la necesidad de la existencia de algún sabio narrador de esta historia, así lo demanda don Quijote. Recordemos que aparecía así:

CAP. II QH : Quién duda, sino que en los venideros tiempos, quando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escriuiere, no ponga, quando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta manera? Apenas auia el rubicundo Apolo, tendido por la faz de la ancha, y espaciosa…
… O tu sabio encantador, quien quiera que seas, a quien ha de tocar el ser coronista desta peregrina historia, ruegote que no te oluides de mi buen Rozinante, compañero eterno mio en todos mis caminos y carreras.

Vean pues como aquí don Quijote ya reclama un biógrafo, a ser posible un hagiógrafo, en su primera aventura, “tan de mañana“. ¿Y que es lo que nos dice este sabio? pues que “Apenas auia el rubicundo Apolo …”, es decir que la primera aparición de este Ur-Benengeli está dirigida a poner al sol iluminando el camino tempranero del caballero andante, con una extensa y poética parada en este hecho. ¿Es que acaso tiene importancia el sol en esta historia? al menos hay que reconocer que el autor se la da, sobre todo en el “Persiles“, que ya se comentarán en su momento.
No nos olvidaremos del buen Rocinante, compañero eterno, pero tampoco del rubicundo Apolo, que como han visto ha sido seguido de cerca y con detalle en la primera salida. De la misma manera serán observados caballo, caballero y astro “seguidor de la fugitiva ninfa” en todas las salidas y llegadas del lugar enigmático.
A la ida ya hemos comentado como el amanecer parecía haber sido contemplado por alguien (¿Benengeli?). Y para contemplar un amanecer debes situarte de frente a donde ha de salir el sol, que suele ser por el este, te pongas como te pongas. Pero si no te hallas en la línea del Ecuador, y estás, por ejemplo, en el hemisferio norte y cerca de Puerto Lapice para más señas, entonces tendrás que mirar hacia el sureste, pues si te sitúas hacia el este el sol te dará ligeramente de soslayo. Quiérese decir que la dirección en la que, según esto, caminaban amo y rocín debiera ser sureste, y provenir por tanto de algún sitio no ya al oeste, sino precisando más, de un lugar al noroeste de Puerto Lapice.
Según lo dicho este primer regreso debiera ser camino del noroeste. Habrá pues que aplicarse y poner la brújula a tono y no perder de vista ningún detalle por nimio que parezca.
Situémonos, pues, en la venta, donde ha sido ya armado (a lo largo de todo el capítulo III QH) caballero y el ventero está deseando perderle de vista como sea, tanto que:

FIN DEL CAP. III QH : El ventero por verle ya fuera de la venta, con no menos retoricas, aunque con mas breues palabras, respondio a las suyas, y sin pedirle la costa de la posada, le dexô yr a la buen hora.

Veamos ahora la continuación de esa última frase, que es el principio del siguiente capítulo IV (“De lo que le sucedio a nuestro cauallero quando salio de la venta “):

La del alua seria, quando don Quixote salio de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alboroçado, por verse ya armado cauallero, que el gozo le rebentaua por las cinchas del cauallo. Mas viniendole a la memoria los consejos de su huesped, cerca de las preuenciones tan necessarias que auia de lleuar consigo, especial la de los dineros, y camisas. Determinò boluer a su casa, y acomodarse de todo, y de vn escudero: haziendo cuenta de recebir a vn labrador vezino suyo, que era pobre, y con hijos: pero muy a proposito para el oficio escuderil, de la caualleria. Con este pensamiento, guiò a Rozinante hâzia su aldea: el qual casi conociendo la querencia, con tanta gana començò a caminar, que parecia que no ponia los pies en el suelo. No auia andado mucho, quando le parecio que a su diestra mano, de la espessura de vn bosque que alli estaua, salian vnas vozes …

Se deduce de todo esto que amo y caballo tienen intención clara de volver a casa y no a otro sitio, este dato es importante y se reiterará varias veces. A continuación viene la aventura de Andrés y su amo, Juan Haldudo, rico vecino del Quintanar (de la Orden), en la que sólo se da como pista interesante el hecho de haber bosques de encinas por allí, y termina cuando creyendo haber arreglado todo ese tuerto decide continuar su interrumpido camino:

Y en diziendo esto, picò a su Rozinante, y en breue espacio se apartò dellos. Siguiole el labrador con los ojos, y quando vio que auia traspuesto del bosque y que ya no parecia, boluiose a su criado Andres, y dixole: …

Más adelante se vuelve a insistir en que se dirigen a su aldea:

… con gran satisfacion de si mismo, yua caminando hàzia su aldea,…

Vean que se deja bien claro a donde van amo y rocín, se ha dicho ya tres veces. Pero ahora va a entrar un elemento despistador de lo más curioso, gracioso y bien contado, pero que no tiene, a mi entender, sentido, ni cambia nada, especialmente la dirección, que ya llevan, es sólo un elemento desorientador sin consecuencias, pero despistar despista, es este:

En esto llegò a vn camino que en quatro se diuidia. Y luego se le vino a la imaginacion las encruzexadas donde los caualleros andantes se ponian a pensar qual camino de aquellos tomarian: y por imitarlos estuuo vn rato quedo, y, al cabo de auerlo muy bien pensado, soltô la rienda a Rozinante, dexando a la voluntad del rozin la suya, el qual siguio su primer intento, que fue el yrse camino de su caualleriza.

Siguen pues hacia la aldea, cuarta vez que lo aclaran. Pero vean que es lo que se dice a continuación:

Y auiendo andado como dos millas, descubrio don Quixote vn grande tropel de gente, que como despues se supo, eran vnos mercaderes Toledanos que yuan a comprar seda a Murcia. Eran seys, y venian con sus quitasoles, con otros quatro criados acauallo y tres moços de mulas a pie. A penas los diuisò don Quixote, quando se imaginó ser cosa de nueua auentura. Y por imitar en todo, quanto a el le parecia possible, los passos que auia leydo en sus libros, le parecio venir alli de molde vno que pensaua hazer. Y assi con gentil continente, y denuedo se afirmò bien en los estribos, apreto la lança, llegò la adarga al pecho: y puesto en la mitad del camino, estuuo esperando que aquellos caualleros andantes llegassen, que ya el por tales los tenia y juzgaua: y quando llegaron a trecho que se pudieron ver, y oyr, leuantô don Quixote la voz, y, con ademan arrogante, dixo: …

Aquí hay algo fundamental para esta historia de la búsqueda del lugar. En el libro del señor Parra Luna y sus colegas se dice que estos mercaderes toledanos que van a Murcia llevan la dirección norte-sur, pero a mí estas cuentas no me salen. Si trazamos una línea que una Toledo y Murcia, la dirección será más bien noroeste-sureste. Y como el texto deja bien claro que don Quijote primero les divisa y luego les espera, de aquí se puede colegir que se los encuentra de frente. Amo y rocín van en dirección contraria a la de los mercaderes, esto es, que van hacia el noroeste procediendo del mismo sitio por donde Apolo sale por las mañanas, del sureste o de Cartagena, que es a donde van los toledanos, por el mismo sentido que fue don Quijote el día anterior cuando se dirigía a Puerto Lapice.
Además hay que hacer constar lo gratuito y falso de: que como despues se supo, eran vnos mercaderes Toledanos que yuan a comprar seda a Murcia“, pues después no se supo nada de esto, sino que es una conversación concreta y tasada donde los mercaderes no comentan nada de nada sobre su origen o destino. Así que considero que está pero que muy acertado observar este detalle orientativo ofrecido por Cervantes sin venir a cuento, pues si tiene don Quijote Puerto Lapice a su espalda y se dirigiera hacia el sureste, jamás podría toparse de frente con alguien que va de Toledo a Murcia. Sin embargo hay que hacer constar que se me ocurrió un día, de los calurosos del mes de julio, ir a Puerto Lapice a contemplar un amanecer y para sorpresa mía no salía por el sureste o por el este ligeramente ladeado hacia el sur, sino escorado hacia el norte. Es decir que en esa época del año sale más bien por Tortosa, por la desembocadura del Ebro, por el este pero ladeado ligerísimamente hacia el norte, si bien rápidamente se va colocando hacia el este y después hacia el sureste. Por lo que llevar el sol en contra en julio yendo hacia Puerto Lapice por la mañana indicaría venir del oeste pero más bien suavemente soslayado hacia el noroeste.
Así, lo que se deduce de este primer viaje es que si tomamos un mapa y nos situamos en Puerto Lapice, sólo tendremos que alejarnos entre 35 o 50 Km. en dirección noroeste hacia Toledo y por allí estará la aldea perdida, pueblo, villa o lo que sea. Parece en verdad como si en el texto estuvieran puestas de forma tácita, aunque bien disimuladas, la longitud y la latitud del lugar, y por dos veces en esta primera salida. Pues caso de que el sol diera de frente a Rocinante por la mañana al salir de la aldea, solamente habrá que trazar una recta desde Murcia, que es de donde proceden los rayos del sol y adonde van los mercaderes, hasta Toledo y trazar una paralela que pase por Puerto Lapice y a partir de ahí alejarse por dicha paralela hacia el noroeste todo lo que se estime que un rocín o una vieja yegua pueda caminar en una jornada, tal y como decía Menard en su última nota. Por segunda vez se vuelven a dar las coordenadas en la vuelta de esa primera salida. Lo cual se opone a lo que dice Cervantes, ya que el autor cita Montiel como punto de referencia, y era la verdad que por sus campos marchaba don Quijote.
Esta claro que tendremos que observar detenidamente las otras salidas y vueltas de don Quijote, así como el “Persiles“ y cualquier otro texto cervantino que pudiera aportar alguna idea. Pero por lo que respecta a este Ur-Quijote, que son los seis primeros capítulos y que comprenden el primer viaje, se puede concluir que, a pesar del campo de Montiel, muchas pistas parecen indicar una dirección contraria a la que siempre se ha pensado y dicho hasta ahora, la noroeste.
Para completar la relación de todos los datos referidos a movimientos en esta su primera vuelta a la aldea tendremos que tener en cuenta los siguientes fragmentos del capítulo V, donde un caballo tropezado y un caballero apaleado (cual lencero) por un criado de los toledanos muestran como se acaba esta aventura, la de Puerto Lapice, tal que así, con el hidalgo en el suelo recitando:

: O noble Marques de Mantua, mi tío y señor carnal. Y quiso la suerte, que cuando llegò a este verso, acerto a pasar por alli, vn labrador de su mesmo lugar, y vezino suyo, que venia de lleuar vna carga de trigo al molino: el qual, viendo aquel hombre alli tendido, se llegô a el y le preguntô…

En su locura, don Quijote recita este romance del Marques de Mantua, al igual que el Bartolo del “entremés de los romances “(apaleado como un San Bartolomé, así ha sido citado también en la aventura anterior de Andrés), las coincidencias parecen dar la razón a la autoría de Cervantes de este entremés. Sin embargo he tenido la oportunidad de leer este entremés de Bartolo y con todas las coincidencias que se quieran ver hay algo que no coincide en absoluto y es el estilo de Cervantes y su vocabulario, que no se parecen en nada el uno y otro, por lo que pienso que no se le debe atribuir esta obra de ninguna de las maneras, sea anterior o posterior. Pero veamos finalmente como va desapareciendo, poco a poco, el rubicundo Apolo de la escena:

En estas platicas, y en otras semejantes, llegaron al lugar, a la hora que anochecia: pero el labrador aguardô a que fuesse algo mas noche, porque no viessen al molido hidalgo tan mal cauallero. Llegada pues la hora que le parecio, entrò en el pueblo y en la casa de don Quixote, la qual hallò toda alborotada: y estauan en ella el cura, y el barbero del lugar, que eran grandes amigos de don Quixote, que estaua diziendoles su ama a vozes: Que le parece a vuestra merced, señor Licenciado Pero Perez (que assi se llamaua el cura) de la desgracia de mi señor: tres dias ha que no parecen, el ni el rozin, ni la adarga, ni la lança, ni las armas:

Obsérvese la exageración del ama de don Quijote, pues poco más de un día y medio son transformados en tres:
Y finalmente la locura del hidalgo, echando la culpa de su derrota y paliza a Rocinante, y rápidamente buscando una pócima mágica que le cure de sus magulladuras:

Tenganse todos, que vengo mal ferido por la culpa de mi cauallo: Lleuenme a mi lecho, y llamese, si fuere possible, a la sabia Vrganda, que cure y cate de mis feridas. Mirà en hora maça, dixo a este punto el ama, si me dezia a mi bien mi coraçon del pie que coxeaua mi señor: Suba vuestra merced en buen hora, que sin que venga essa vrgada le sabremos aqui curar. Malditos digo sean otra vez, y otras ciento, estos libros de cauallerias, que tal han parado a vuestra merced.

Esta primera aventura de nuestro hidalgo y su rocín ha concluido y le dejamos en su aldea, a los cuidados de su ama y sobrina y no sabemos si también de la maga Urganda la desconocida (essa vrgada), ya que, al poder presentarse ésta bajo cualquier disfraz y forma, no sería posible reconocerla
Una vez recuperado nuestro apaleado hidalgo se prepara para nueva salida, esta vez con acompañamiento de un escudero, tal y como le había recomendado el ventero que le nombró caballero, y con las alforjas llenas, muda limpia y en definitiva mucho mejor preparado que en la anterior aventura. Esta segunda salida presenta en principio igual rumbo que la primera, aunque “con menos pesadumbre que la vez passada”, lo cual como hemos visto que es muy significativo, ya que si era debido a que el sol les daba ahora “a soslayo“ quiere decirse que el rumbo también estaba ladeado, y la pregunta aquí es si a la derecha o a la izquierda. Pero veamos que dice exactamente el texto:

CAP.VII QH : Proueyose de camisas, y de las demas cosas que el pudo, conforme al consejo que el ventero le auia dado. Todo lo qual hecho, y cumplido, sin despedirse Pança de sus hijos, y muger, ni don Quixote de su ama, y sobrina, vna noche se salieron del lugar, sin que persona los viesse: en la qual, caminaron tanto que al amanecer se tuuieron por seguros de que no los hallarian aunque los buscassen. Yua Sancho Pança sobre su jumento como vn patriarca, con sus alforjas, y su bota, y con mucho desseo de verse ya gouernador de la Insula que su amo le auia prometido. Acerto don Quixote a tomar la misma derrota, y camino, que el que el auia tomado en su primer viaje, que fue por el campo de Montiel, por el qual caminaua con menos pesadumbre que la vez passada, porque por ser la hora de la mañana, y herirles a soslayo los rayos del sol, no les fatigauan.

Es importante saber que a la izquierda del camino desde ese hipotético punto al oeste y verdaderamente muy cerca de allí se encuentra una zona conocida de molinos de viento, los de Consuegra (19 molinos, de los que hoy solo quedan 11) y al lado los de Madridejos (donde creo que todavía quedan 6), que podrían ser a los que se refiere este pasaje:

CAP. VIII QH : En esto descubrieron treinta, o quarenta molinos de viento que ay en aquel campo: y, assi como don Quixote los vio, dixo a su escudero:La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertaramos a dessear. Porque ves alli amigo Sancho Pança, donde se descubren treynta, o pocos mas desaforados Gigantes …

Así pues desde un lugar al noroeste de Puerto Lapice y rodeando la Sierra del Reventón (de ahí el desvío y el posible soslayo) se pasa por una zona de molinos que no es la de Campo de Criptana, clásicamente considerada como la de esta aventura. Independientemente de que también podría considerarse lo que había a la derecha, donde no parece que haya ninguna zona de molinos sino montes despoblados. Vamos a continuar la jornada teniendo en cuenta que esos oteros llenos de molinos de viento en los contornos de estos dos citados pueblos como un dato interesante y a tener en cuenta. Así pues una vez que dejamos esos victoriosos gigantes atrás:
… y ayudandole a leuantar, tornò a subir sobre Rozinante, que medio despaldado estaua: y hablando en la passada auentura, siguieron el camino del puerto Lapice, porque alli dezia don Quixote, que no era possible dexar de hallarse muchas, y diuersas auenturas, por ser lugar muy passagero, ...

Advertimos claramente que la dirección sigue siendo Puerto Lapice, pero ese día no consiguen llegar:

En resolucion, aquella noche la passaron entre vnos arboles: … y no fueran parte para despertarle (si su amo no lo llamara) los rayos del sol, que le dauan en el rostro, ni el canto de las aues, que muchas y muy regozijadamente la venida del nueuo dia saludauan. … Tornaron a su començado camino del puerto Lapice, y a obra de las tres del dia le descubrieron. Aqui (dixo en viendole don Quixote) podemos hermano Sancho Pança meter las manos hasta los codos, en esto que llaman auenturas.

Vemos que ya tienen Puerto Lapice a la vista, después de caminar hasta “las tres del día “y ahora se dirigen hacia allí para “meter las manos hasta los codos en esto que llaman auenturas”. Pero:

Estando en estas razones, asomaron por el camino dos frayles de la orden de S. Benito, caualleros sobre dos Dromedarios, que no eran mas pequeñas dos mulas en que venian. Traían sus antojos de camino, y sus quitasoles. Detras dellos venia vn coche, con quatro o cinco de acauallo que le acompañauan, y dos moços de mulas a pie. Venia en el coche, como despues se supo, vna señora Vizcayna, que yua a Seuilla donde estaua su marido, que passaua a las Indias con vn muy honroso cargo. No venian los frayles con ella, aunque yuan el mesmo camino: mas apenas los diuisò don Quixote, quando dixo a su escudero: … y diziendo esto se adelantó y se puso en la mitad del camino por donde los frayles venian, y en llegando tan cerca, que a el le parecio que le podrian oyr lo que dixesse, en alta voz dixo: … … y en pago del beneficio que de mi aueis recebido, no quiero otra cosa sino que boluays al Totoboso(errata), y que de mi parte os presenteys ante esta señora, y le digays lo que por vuestra libertad he fecho. Todo esto que don Quixote dezia, escuchaua vn escudero de los que el coche acompañauan, que era Vizcayno, el qual, viendo que no queria dexar passar el coche adelante, sino que dezia que luego auia de dar la buelta al Toboso, se fue para don Quixote …

Es de observar que el Toboso esta siendo relacionado con el verbo “volver”, tanto por el Quijote como por el vizcaíno, lo cual quiere decir que casi con toda probabilidad están al sur de Puerto Lapice, pues muy cerca y al norte de este pueblo hay un desvío hacia Herencia-Alcázar de San Juan-Campo de Criptana-el Toboso, y teniendo en cuenta que la comitiva de la señora vizcaína se dirige a Sevilla y por tanto hacia el sur, quiere decirse entonces que acababan de pasar por Puerto Lapice, y sabían que un poquitín antes de llegar allí habían pasado por el desvío al Toboso, por lo que habían de volver sobre lo andado. Lo cual no gusta mucho al vizcaíno y ”se fue para don Quixote” con lo que empieza una pelea, interrumpida por la falta de información del primer autor del libro sobre la continuación de la historia, que va a ser continuada por el segundo autor, Cide Hamete Benegeli. Tras un paréntesis explicativo y la presentación de este sabio historiador arábigo, continua la lucha, que será ganada por don Quijote, que insiste en que vayan al Toboso:

Por cierto fermosas señoras, yo soy muy contento de hazer lo que me pedis, mas ha de ser con vna condicion y concierto, y es que este cauallero me ha de prometer de yr al lugar del Toboso, y presentarse de mi parte ante la simpar doña Dulzinea, para que ella haga del lo que mas fuere de su voluntad.

Pero Sancho es consciente de los problemas que pueden tener por esta aventura:

Agradecioselo mucho Sancho, y, besandole otra vez la mano, y la falda de la loriga, le ayudò a subir sobre Rozinante, y el subiô sobre su asno, y començò a seguir a su señor, que a passo tirado, sin despedirse, ni hablar mas con las del coche, se entrò por vn bosque que alli junto estaua. Seguiale Sancho, a todo el trote de su jumento: pero caminaua tanto Rozinante, que viendose quedar atras, le fue forçoso dar vozes a su amo que se aguardasse. Hizolo assi don Quixote, teniendo las riendas a Rozinante, hasta que llegasse su cansado escudero, el qual, en llegando, le dixo: Pareceme señor, que seria acertado yrnos a retraer a alguna Iglesia, que segun quedò maltrecho aquel con quien os combatistes, no serà mucho que den noticia del caso a la Santa Hermandad, y nos prendan: …

Se inicia entonces una huída que parece desarrollarse al suroeste de Puerto Lapice, con una serie de aventuras que llevaran a pocas leguas se Almodóvar del Campo, y desde ahí se iniciará la larga vuelta a la aldea. No parece que haya muchas pistas sobre el lugar y sí alguna sobre el itinerario seguido, que es muy discutido y no es algo que quiera analizar.
Poca o ninguna información relevante se puede extraer del tercer viaje, narrado a lo largo del 2º tomo del Quijote (QC), respecto a la orientación del lugar de la Mancha. Tardan tres días en llegar al Toboso, que es adonde se dirigen esta vez y que curiosamente les hace tomar la misma deriva que las dos anteriores salidas, y a la vuelta se señala la existencia de una cuesta antes de llegar al pueblo. Con todo, veamos esto y dejemos constancia de cómo se narra esta nueva salida, donde se insiste en que las anteriores comenzaron en los campos de Montiel, mientras que ésta discurre en el camino del Toboso:

CAP. VIII QC : Bendito sea el poderoso Ala, dize Hamete Benengeli al comienço deste octauo capitulo, bendito sea Ala, repite tres vezes, y dize que da estas bendiciones, por ver que tiene ya en campaña a don Quixote, y a Sancho, y que los letores de su agradable historia pueden hazer cuenta, que desde este punto comiençan las hazañas, y donaires de don Quixote, y de su escudero: persuadeles, que se les oluiden las passadas cauallerias del ingenioso hidalgo, y pongan los ojos en las que estan por venir, que desde agora en el camino del Toboso comiençan, como las otras començaron en los campos de Montiel, y no es mucho lo que pide, para tanto como el promete, y assi prosigue, diziendo: …


… con estos pensamientos, y desseos subieron vna cuesta arriba, desde la qual descubrieron su aldea, la qual vista de Sancho se hincô de rodillas, y … … Con esto, baxaron de la cuesta, y se fueron a su pueblo.

Dejemos el Quijote y pasemos a la última historia que cuenta el mismo autor, su obra póstuma. Curiosamente el Persiles tiene que ver con el lugar, y se mencionaba uno con dos alcaldes, cosa que coincide con Urda en aquella época (Hasta el 17.01.1820 había dos Alcaldes Ordinarios, uno del Estado Noble y otro del Estado General. Juntamente con dos Regidores dirigían el Ayuntamiento).
Una vez escudriñado este libro puedo decir que hay un cuarto viaje al lugar de la Mancha, de cuyo nombre no me acuerdo, y no es “no quiero acordarme“, sino que no me acuerdo, que es diferente, pues así ha querido aquí ponerlo el autor. Además empieza con una llegada y termina con una salida, al revés de los otros tres viajes del Quijote, pues se trata ahora de narrar una peregrinación larga, a Roma desde Islandia, Dinamarca o Thule, con el Capitán Trueno y Sigrid, digo no, sino con Periandro y Auristela, que después pasaran a llamarse Persiles y Sigismunda, liderando una “hermoso escuadrón” de peregrinos, uno de los cuales, Antonio, tiene a sus padres en el Quintanar de la Orden y después de años de ausencia los visita:

LIBRO 3º-CAP. IX - PERSILES : De alli à tres dias llegaron al crepusculo de la noche a su lugar, y à la casa de su padre, el qual con su madre, segun despues parecio, estaua sentado a la puerta de la calle, tomando, como dizen, el fresco, por ser el tiempo de los calurosos del Verano; llegaron todos juntos, y el primero que hablò fue Antonio a su mismo padre: … … Por ventura, señor, replicò Antonio, este lugar no se llama el Quintanar de la Orden, y en el no viuen vn apellido de vnos hidalgos, que se llaman Villaseñores, digolo, porque he conocido yo vn tal Villaseñor bien lexos desta tierra, que si el estuuiera en esta, no nos faltara posada, à mi, ni â mis camaradas.

Pero deben continuar la peregrinación a Roma, y así:

LIBRO 3º FINAL CAP. IX - PERSILES : Algunos dias se passaron, poniendo en orden su partida para Roma, desseosos de ver cumplidos los votos de su promessa, quedose Antonio el padre, y no quiso quedarse Antonio el hijo, ni menos la nueua Condessa, que como queda dicho, la aficion que â Auristela tenia, la lleuara no solamente à Roma, sino al otro mundo, si para allà se pudiera hazer viage en compañia. Llegose el dia de la partida, donde huuo tiernas lagrimas, y apretados abraços, y dolientes suspiros, especialmente de Ricla, que, en ver partir â sus hijos, se le partia el alma, echoles su bendicion su abuelo à todos, que la bendicion de los ancianos parece, que tiene prerrogatiua de mejorar los sucessos, lleuaron consigo â vno de los criados de casa, para que los siruiesse en el camino, y puestos en el, dexaron soledades en su casa, y padres, y en compañia entre alegre y triste, siguieron su viage.

Sin embargo, entre el Quintanar y Valencia, que como se verá es a donde se dirigen, van a pasar por un cierto lugar, “de cuyo nombre no me acuerdo”, donde se narrará el episodio de los dos falsos cautivos y el incidente con los dos viejos alcaldes de este pueblo. Es algo a destacar aquí la identificación clara entre Cervantes y uno de los alcaldes, con un pasado similar de cautiverio en Argel.
Teóricamente deben dirigirse al campo de Montiel, y esto es lo más lógico, pues encaminarse hacia un lugar al oeste de Puerto Lapice partiendo del Quintanar de la Orden resultaría incongruente por estar en dirección contraria, aunque no sea mucha la distancia. Pero obsérvese la introducción tan extraña y oscura que se hace antes de llegar al lugar, a modo de disculpa por algo inconcreto, donde aparecen expresiones como “nos cortan su hilo“, “duda dónde serà bien anudarle”, “podrian passar sin serlo y sin quedar menoscabada la historia “, “passar al sabor de la verdad”, “fabula”, “conuiene guissar sus acciones”, “puntualidad y gusto”, “verissimilitud“, “ha despecho y pesar de la mentira“, “que haze dissonancia en el entendimiento“, o bien “forme vna verdadera armonia“. Pero sobre todo hay que fijarse en ese “Aprouechandome, pues, desta verdad”, frase con la que se inicia la llegada al lugar:

LIBRO 3º- PRINCIPIO CAP. X - PERSILES : Las peregrinaciones largas siempre traen consigo diuersos acontecimientos, y como la diuersidad se compone de cosas diferentes, es forçoso, que los casos lo sean: bien nos lo muestra esta historia, cuyos acontecimientos nos cortan su hilo, poniendonos en duda, donde serà bien anudarle, porque no todas las cosas que suceden son buenas para contadas, y podrian passar sin serlo y sin quedar menoscabada la historia: acciones ay, que por grandes deuen callarse, y otras, que por baxas no deuen dezirse, puesto que es excelencia de la historia, que cualquier cosa que en ella se escriuia, puede passar al sabor de la verdad, que trae consigo, lo que no tiene la fabula, â quien conuiene guissar sus acciones con tanta puntualidad, y gusto, y con tanta verissimilitud, que ha despecho, y pesar de la mentira, que haze dissonancia en el entendimiento, forme vna verdadera armonia. Aprouechandome pues desta verdad, digo, que el hermoso esquadron de los peregrinos, prosiguiendo su viage, llegò à vn lugar, no muy pequeño, ni muy grande, de cuyo nombre no me acuerdo, y en mitad de la plaça del, por quien forçosamente auian de passar, vieron mucha gente junta, todos atentos, mirando y escuchando â dos mancebos, que en trage de recien rescatados de cautiuos estauan, declarando las figuras de vn pintado lienço …

Vemos también esa curiosa concordancia con el lugar del Quijote, donde se habla de pasar por mitad de la plaza necesariamente para tomar la derrota de Cartagena en la conversación de la reina Micomicona y el cura. Carlos Romero Muñoz, cuya edición del Persiles utilizo, dice que le parece del todo gratuito decir que éste es el innominado pueblo de la Mancha, al contrario que Novo y Fernández Chicharro para los que es “evidentemente el del Quijote”, cosa que para mí es más que evidente, no puede ser otro. Pero lo que más me ha llamado la atención es la salida del lugar, donde la aparición del sol es espectacular, vean si no:

LIBRO 3º- PRINCIPIO CAP. XI - PERSILES : Llegose el dia, y con el los agradecimientos del hospedage, y puestos en camino, al salir del lugar, toparon con los cautiuos falsos, que dixeron, que yuan industriados del Alcalde, de modo, que de alli adelante no los podian coger en mentira, à cerca de las cosas de Argel, que tal vez dixo el vno, digo, el que hablaua mas, que el otro, tal vez dixo, se hurta con autoridad, y aprouacion de la justicia, quiero dezir, que alguna vez los malos ministros della se hazen à vna con los delinquentes, para que todos coman: llegaron todos juntos donde vn camino se diuidia en dos, los cautiuos tomaron el de Cartagena, y los peregrinos el de Valencia, los quales otro dia al salir de la Aurora, que por los balcones del Oriente se assomaua, barriendo el cielo de las estrellas, y adereçando el camino por donde el sol auia de hazer su acostumbrada carrera, Bartolome, que assi creo se llamaua el guiador del vagaje, viendo salir el Sol tan alegre, y regozijado, bordando las nubes de los cielos con diuersas colores, de manera, que no se podia ofrecer otra cosa mas alegre, y mas hermosa à la vista, y con rustica discrecion, dixo: Verdad deuio de dezir el Predicador que predicaua los dias passados en nuestro pueblo, quando dixo, que los cielos, y la tierra anunciauan, y declarauan las grandezas del Señor: par diez, que si yo no conociera â Dios, por lo que me han ensenado mis padres, y los Sacerdotes, y ancianos de mi lugar, le viniera à rastrear, y conocer, viendo la inmensa grandeza destos cielos, que me dizen, que son muchos, o alomenos, que llegan à onze, y por la grandeza deste Sol, que nos alumbra, que con no parecer mayor que vna rodela, es muchas vezes mayor, que toda la tierra, y mas, que con ser tan grande, afirman, que es tan ligero, que camina en ventiquatro horas, mas de trecientas mil leguas, la verdad que sea, yo no creo nada desto, pero dizenlo tantos hombres de bien, que, aunque hago fuerça al entendimiento, lo creo: pero de lo que mas me admiro es, que debaxo de nosotros ay otras gentes, â quien llaman Antipodas, sobre cuyas cabeças, los que andamos aca arriba, traemos puestos los pies, cosa, que me parece impossible, que para tan gran carga como la nuestra, fuera menester, que tuuieran ellos las cabeças de bronce: riose Periandro de la rustica Astrologia del moço, y dixole: Buscar querria razones acomodadas, o Bartolome, para darte â entender el error en que estàs, y la verdadera postura del mundo, para lo qual era menester tomar muy de atras sus principios, pero acomodandome con tu ingenio, abrè de coartar el mio, y dezirte sola vna cosa, y es, que quiero que entiendas por verdad infalible, que la tierra es centro del cielo, llamo centro vn punto indiuissible, â quien todas las lineas de su circunferencia van â parar, tampoco me parece, que has de entender esto; y assi dexando estos terminos, quiero, que te contentes con saber, que toda la tierra tiene por alto el cielo, y en qualquier parte della, donde los hombres esten, han de estar cubiertos con el cielo; assi, que como â nosotros el cielo que ves nos cubre, assi mismo cubre â los Antipodas, que dizen, sin estoruo alguno, y como naturalmente lo ordenò la naturaleza, mayordoma del verdadero Dios, Criador del cielo, y de la tierra. No se descontentò el moço de oyr las razones de Periandro, que tambien dieron gusto â Auristela, â la Condessa, y à su hermano.

Este fragmento es ampliamente comentado por Michael Nerlich en el capítulo “Un encuentro cosmológico en España: Bartolomé el Manchego y Periandrio” y siguientes de su más que curioso libro “El Persiles descodificado o la “Divina Comedia” de Cervantes”. En el sobredicho capítulo se explica como aparentemente se está defendiendo la concepción ptolomeica del mundo, tan conforme con la visión oficial de la Iglesia Católica de la época, pero cuya defensa ilógica hace que, en una “audacia antiptolomeica del texto cervantino”, lo que se este diciendo sea exactamente lo contrario de lo que parece que se defiende, uno de los muchos casos de antífrasis en Cervantes. Es, pues, toda una meditación astronómica sobre el Rubicundo Apolo y se produce en el momento en que salen del lugar, cuando “… al salir la Aurora, que por los balcones del Oriente asomaua … Bartolome, que assi creo se llamaua el guiador del vagaje, viendo salir el Sol tan alegre y regozijado, bordando las nubes de los cielos con diuersas colores, de manera que no se podia ofrecer otra cosa mas alegre y mas hermosa a la vista,…”, es decir, que parece que salir de ese lugar y empezar a contemplar la salida del sol es todo uno y esto me hace recordar esa frase:
“Los sucesos lo dirán, Sancho, respondió don Quijote, que el tiempo descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no la saque a la luz del sol, aunque esté escondida en los senos de la tierra”.
Se acaban las idas y venidas del lugar, las pistas, y en definitiva debo concluir aquí estas investigaciones sobre la posibilidad de un lugar al noroeste diciendo que esta posibilidad existe y que hay cinco pistas que señalan a Urda como más que sospechosa de ser el famoso lugar de la Mancha.


domingo, 24 de febrero de 2008

Pierre Menard escribe el Quijote

Sé cual es el lugar de la Mancha del Quijote, puedo demostrarlo de forma matemática (Cervantes da dos veces el eje de coordenadas en el texto de su libro), se trata pues de la única y verdadera aldea de Sancho. He escrito un libro, “Escrito con la zurda”, donde se esconden las claves necesarias para descubrir el verdadero y único lugar de la Mancha al que se refería Cervantes con su “de cuyo nombre no quiero acordarme” o “que no le saldrá en la vida” del romance “El Amante apaleado“, mediante cuatro sistemas: hieroglíficos, anagramas, profecías y lógica de la orientación con respecto a Puerto Lapice deducida del texto quijotil. Esto es sólo una parte, pues también la identidad de Avellaneda queda descubierta, y, lo que es más importante, un método para desentrañar frases ocultas de Cervantes en algunos párrafos de sus obras. Comprendo que lo dicho puede resultar extraño e increíble pero es absolutamente cierto y demostrable. El descubrimiento de estos enigmas me ha llevado tres años de trabajos y a escribir este mi primer y único libro que esconde un autentico tesoro literario: la existencia de formas ocultas en la obra de Cervantes, especialmente en el Quijote, algo que ha permanecido oculto durante 400 años y que ahora sale a luz. Quisiera ser tomado en serio y no es mi propósito tomar el pelo a nadie ni exponer teorías fantasiosas, repito que todo lo dicho es matemáticamente demostrable, y que de la lectura del libro se puede llegar a conocer el nombre de la aldea del Quijote, un pueblo nunca antes mencionado ni como sospechoso. Con todo, el libro oculta nuevamente dicho nombre, dejando que sea el lector avizor el que destape tal misterio si sigue las indicaciones y tiene un buen mapa de la zona o es conocedor de la Mancha. La identidad de Avellaneda, basada en la hipótesis de J. L. Pérez López, queda plenamente confirmada mediante la utilización del método descrito en el libro, aquí no se oculta nada, se dice clara y abiertamente quienes están implicados en el apócrifo y por qué. Todo esto puede sonar a vieja cantinela de los misterios de Cervantes y la cantidad de orates que ha generado, como Benjumea, Estrada, Atanasio Rivero y otros, de ellos también se habla en el libro, pero lo sorprendente es que en este caso se trata de un estudio serio y riguroso, presentado en forma de novela, con pruebas concluyentes que muestran la existencia de esas formas difíciles correspondientes al mejor manierismo literario y muy de moda en la época de Cervantes, que se sirvió de ellas para plantear adivinanzas sobre el lugar y Avellaneda. Sólo pido algo de credibilidad y también paciencia para leerse el libro. Si se está interesado en más información contactar conmigo en fajunco@.hotmail.com


Éste es el comienzo de la narración:
CAP. I . DE CÓMO LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN TRIUNFÓ SOBRE LA SINRAZÓN DE LA RAZÓN, DEJANDO AL POBRE PIERRE HECHO UNA EQUIS AL NO PERCATARSE DE UNA SUTIL Y TRAICIONERA MANO ARÁBIGA.

Un minúsculo y sobado lapicero palpita entre los dedos de una mano anciana y temblorosa, repentinamente le hace escribir una frase en un andrajoso cuaderno y es obligado a subrayar machaconamente hasta siete veces lo que ha anotado:
Estos años eternos escribiré sin papel, el talento oye, Miguel Cervantes Saavedra.
Esta vuelta llenó de gozo y emoción al ingenuo de Pierre, que imaginó ser un talento con buen oído. Era la señal que buscaba, sus primeros comentarios en el desvaído cuaderno eran entusiastas a más no poder, creyó haber llegado al mejor momento de su larga vida ¡un éxito, por fin! Después de tantos desvelos y fatigas su insólita investigación se veía coronada por un definitivo triunfo que recompensaba con creces todos sus anteriores fracasos.
Él era el talento que oía, el único que había conseguido leer sin papel al gran genio, además, este caso era muy especial, se trataba nada menos que de la despedida del gran genio a sus lectores y a la vida misma. La apoteosis de sus trabajos quedaba marcada por este momento grandioso del descubrimiento que había tenido la suerte y habilidad de hacer, no podía estar más regocijado y orgulloso por el logro que su gran esfuerzo había alcanzado.
Pensó en pegar los extraños caracteres que componían la vuelta a la bandeja de madera, para así inmortalizar lo que él consideraba ya una autentica comunicación con Cipión más de tres siglos después de su muerte. Sería una bandeja sagrada, intocable, ¡histórica!, la colgaría en la pared y le serviría de inspiración y consuelo en los momentos bajos de su sublime investigación, que eran muchos y demasiado frecuentes.
Remiraba una a una las letras para cerciorarse de que no hubiera algún fallo, alguna tontería en la que no se hubiese fijado, pero no, todas cuadraban gloriosamente cada palabra, y, felicitándose a si mismo, pensó que todos los sufrimientos pasados quedaban sobradamente compensados por tamaño hallazgo. El cual, sin duda, excedía largamente de lo que él había esperado y soñado durante tantos años, y así, feliz, se olvidó de los infinitos agravios y reveses que esa misma bandeja le había causado en anteriores aventuras.
Pero le estaba esperando el mismísimo Benengeli a la vuelta de la esquina. El astuto príncipe de los espejos le tenía reservada una de sus más ingeniosas jugarretas, sabía que sólo tendría que esperar un ratito y … el muy incauto de Pierre, tratando de rizar el rizo, quiso pulir aún más la frase y, tomando sólo las doce letras de “el talento oye”, después de unos pocos meneos formó otra que decía “y atento lo lee”, que casi le pareció aún más bordada y perfecta que la primera. Así que releía una y otra vez:
Estos años eternos escribiré sin papel, y atento lo lee Miguel Cervantes Saavedra.
Aunque no le acababa de convencer, era mejor la primera, más brillante y auténtica, se decía mientras sus ojos recorrían las palabras, y algunas letras ya empezaban a temblar temiendo por su posición, eterna durante siglos, y efímera por momentos.
Cide, que le conocía bien, se regodeaba con la situación, sabía que más pronto que tarde la cuestión empezaría a enredarse, su mano esperó un poquito y … los dedos empezaron a moverse, se oyó la fricción de los cartoncillos sobre la madera de la bandeja, y poco a poco empezaron a aparecer otras curiosas combinaciones, demasiadas para el gusto y humor de Pierre. Descubrió que con las mismas letras se podían componer nuevas variantes, tales como “ya lee el tonto” o “en total él oye”, que le parecieron interesantes aunque no verdaderas, y así, tras un rápido análisis de la coyuntura anagramática de esa docena de letras, salieron a la luz hasta veinte posibilidades más.
Las dudas empezaron a corroer su inicial alegría, ya había profanado la bandeja sagrada y se daba cuenta de que se acabarían complicando las cosas. Temió que, como siempre, el éxito se tornaría primero en duda y luego en fracaso. Con todas las demás frases, cientos, miles, que ya tenía aparcadas para mejor ocasión, y ahora ponerse a perder su escaso tiempo con una sola, por muy última y significativa que fuese ¡con lo bien que le había quedado la primera!
Aún así, sus ansiosos dedos no pudieron resistir la tentación, se dirigieron hacia una de las atareadas letras y, atentando contra su posición, la buscó un nuevo oficio entre bambalinas y no sin un buen papel, y eso fue su perdición definitiva. Extendiendo el radio de acción al resto de letras de la frase completa le salió otra que incluía la palabra teatro, cosa para él muy reveladora, significativa y adecuada, y el lapicero, harto de su dictador, le escribió esta farsa:
En estos años eternos, sin un papel, yo, Miguel Cervantes Saavedra, le escribí teatro.
¡Fantástica!, pensó, ésta sí que es la verdadera, mucho mejor que las otras. Pero, viendo que la “ñ”, además de para años, podía servir también para sueños, se lanzó por esta otra dirección y llegó a una nueva vuelta, que para sorpresa increíble resultó ser así:
¡Este sueño eterno! estas allí y ni tienes papel ¡socorro! Miguel Cervantes Saavedra.
No daba crédito a sus ojos, no podía ser, estaba soñando. Sin embargo la frase seguía ahí, en la misma bandeja, y esa era la demostración incuestionable de su existencia. Desconcertado, apartó la bandeja de su vista unos minutos, necesitaba meditar la estrategia a seguir.
Y aquí Hamete estuvo a punto de reventar de risa, dominaba hasta el último de los reflejos del espejo y conocía a todos y cada uno de los mareados grillos que, a miles, invadían la jaula que rellenaba la azotea de su ingenuo palomo. La trampa era perfecta, el cebo bien rico y apetitoso, el anzuelo ya había sido mordido, sólo tenía que tirar suavemente del sedal y … el confiado pececillo retomó el tablero, observó detenidamente la posición de las fichas, ponderó los posibles movimientos y sus consecuencias, decidió seguir maniobrando y movió ficha.
Durante una hora no se oyó otra cosa que su dudoso talento, la agitación de sus peculiares cartoncillos deslizándose sobre la rayada palestra y su pequeño lapicero garabateando tornas en el sufrido cuaderno, en el que, para su desgracia, había ido anotando inquietamente cada una de las sorpresas con que a cada rato le regalaba una mano invisible:
Ya paso el sueño eterno en el cielo, por si están tristes, Miguel Cervantes Saavedra.
Si tiene suerte pasa años eternos en el cielo ¡por listo! Miguel Cervantes Saavedra.
Años eternos y sin papel, esto escribe Miguel Cervantes Saavedra, y leerlo atentos.
Si por suerte estoy en el cielo y le esperan tantos años, Miguel Cervantes Saavedra.
Estos años eternos, en el teatro y sin papel, y lo escribe Miguel Cervantes Saavedra.
Años eternos en el cielo, sin papel estoy triste, os verá Miguel Cervantes Saavedra.
Si por suerte estoy en el cielo y piensa leer tantos años, Miguel Cervantes Saavedra.
Soy sueño eterno, escrito sin papel, leer así es talento. Miguel Cervantes Saavedra.
Estos años eternos lee sin papel, irá escrito el viento. Miguel Cervantes Saavedra.
Si por suerte estoy en el cielo y sepan leer tantos años, Miguel Cervantes Saavedra.
Si pasa por el sueño eterno en el cielo, si resiste tanto Miguel Cervantes Saavedra.
El cielo, estos años eternos, y estar sin papel ¡reviento! Miguel Cervantes Saavedra.
Y aquí también reventó el ánimo del sufrido Pierre, por listo, por querer retocar lo ya perfecto. Qué bien se hubiera quedado si no hubiera movido el asunto, siempre le pasaba lo mismo. Encontrada una buena vuelta hay que dejarla como verdadera, se reprochaba. Ahora, la situación había cambiado, se encontraba con más de una docena de anagramas ¿cuál elegir? ¡maldito Benengeli! no se puede distraer uno con él ni un instante.
Confuso, trató de reordenar su cabeza, pero se le había quedado la mente en blanco. Intentó que su talento escuchase algo, pero sólo percibió un débil silencio misterioso tras la mucha cera que habitaba sus oídos. Desesperado, clamó a las musas suplicando orientación, alguna pista o explicación a tal fenómeno. Éstas, calladamente, se apiadaron de él y le concedieron una tonta duda que inmediatamente empezó a pasearse por entre sus menguadas entendederas.
Repentinamente, los dedos comenzaron a deslizarse a gran velocidad, y, como si supiesen el camino, se lanzaron sobre las temerosas letras, señor se mudo con los años, eternos hizo renacer el estribo, puesto el pie salió de papel, gran muerte de Miguel, y rápidamente surgió una nueva vuelta, ¡ésta sí que era la verdadera! ¡la auténtica! la original de la que habían salido todas las demás, la que dicen que fue su última frase:
Puesto ya el pie en el estriuo, con las ansias de la muerte, Gran Señor esta te escriuo.
La observó largo rato, preguntándose qué era lo que ocultaba, qué habría querido esconder, cuál sería la verdadera vuelta clandestina.
Pero ninguna vuelta era la verdadera, todas, sin ningún género de duda, eran completamente falsas, posibilidad que ni remotamente se le había pasado por la cabeza. Esas combinaciones no eran más que casualidades caprichosas de una frase especialmente dúctil desde el punto de vista anagramático. Pasaba a veces aunque no con frecuencia, dependía todo de las letras, la casualidad, la habilidad y, sobre todo, del tiempo que se le dedicase.
Pero el loco de Pierre ya no atendía a razones, su manía obsesiva se había apoderado totalmente de él, y lo razonable era un abismo en el que no quería caer, prefería la sólida base de su segura locura, al terreno pantanoso de una dudosa cordura.
Aunque todo era un mero juego, y, se pusiese como se pusiese, no hacía otra cosa que moverse entre arenas movedizas, o algo peor, pues se trataba de letras móviles hormigueando entre palabras corredizas que pululaban y bailaban con frases escurridizas. Y todo por su obsesión perfeccionista, con lo fácil que era cortar una vez que conseguía una buena torna, pero, como siempre, por mera curiosidad daba una vuelta de tuerca más y lo estropeaba todo.
No era la primera vez que le había pasado, ni mucho menos, tras las vueltas inexorablemente venían las revueltas. De hecho éste es un ejemplo, uno más, de la tónica de los trabajos y estudios de este cándido erudito francés en su inútil esfuerzo por desentrañar los inexistentes enigmas en torno al Quijote y su autor.
Pierre, ya bastante acostumbrado, bien a su pesar, a estas bromas arábigas, había resuelto malamente este tipo de situaciones con una irreflexiva teoría, según la cual, cuando encontraba una sola vuelta es que hablaba Cipión, que así llamaba a veces a Cervantes, entonces el espejo sólo irradiaba una única imagen, la verdadera. Pero cuando las tornas eran muchas y, como en esta ocasión, no sabía cuál escoger por verdadera, en este otro caso decía que era Benengeli el que hablaba, el cual solía desconcertarle grandemente de manera asidua y sistemática, por lo que al final se veía obligado a dejar todo aparcado para mejor ocasión, y eso fue lo que hizo.
El azar puede hacer malas jugarretas a cualquiera que se interne en estos campos de los misterios que nunca lo fueron. La casualidad puede tener caprichos insoslayables, llevarte al frenesí de la verdad innegable y después, tranquilamente, dejarte caer en la más negra y ciega ignorancia. En el océano de las dudas, tras la tempestad del paroxismo venía la calma de la confusión y el desconcierto. Pero cuando uno se inventa un enigma donde jamás lo hubo, existe la posibilidad de encontrar una solución que nunca existió, y éste será el tema y asunto a tratar con motivo del comento y análisis de la extraña documentación, privada y nunca publicada, que de forma también casual llegó a mis manos.
Si bien, para narrar esta extraña historia, tan cierta como verdadera, es necesario que la empiece por el principio y, sobre todo, que no me deje ningún detalle por contar, siendo puntilloso en extremo, pues la curiosidad de su urdidumbre, más que su interés académico o científico, es su principal virtud.
En el propósito de destapar esta trama está también el ánimo por desterrar en lo posible ese afán por las aventuras esotéricas de la caballería anagramática y otras elucubraciones, estúpidas y mal fundamentadas, sobre la vida y personalidad de Cervantes que en los últimos tiempos se han venido formulando, tales como su supuesta homosexualidad o su judaísmo encubierto. No tienen en cuenta que del conjunto de su obra nada induce a pensar en tan interesadas hipótesis, más propias de oportunistas de alguna moda que ven mercado abierto, o de cabalistas trileros con alguna ocurrencia cuanto más descabellada mejor.
Todo tan falso como las extravagantes conclusiones que se extraen de estos documentos inéditos y sorprendentes que llegaron a mi poder. El cómo llegaron, cuando y porqué, es lo que a continuación voy a tratar de contar, ya que todo afecta a la difícil comprensión de esta historia, en la que los pormenores son fundamentales, sin poder dejar escapar el más mínimo y escondido detallito. Así, hasta las letras, todas y cada una, han de ser contadas y pasadas revista, y el orden que se ha de mantener ha de ser estricto en extremo, incluso las comas, o cualquier otra puntuación, han de ser consideradas y discutidas en cualquier pasaje.
Bien lejos de mi intención está contar el final de este cuento. Ninguna cosa puede ser más torpe y miserable que descubrir el pastel que se ha escondido trabajosamente página tras página. Nada hay peor que decirle quién es el asesino al que comienza a leer una obra de misterio, cuál es el secreto que se oculta tras un enigma laboriosamente invisible, ver en el trailer cómo al final llega el 7º de caballería y la pareja se besa, chafar alegremente, destripar con cara de listillo, sorprender cantando el contenido antes de abrir el paquete. Pero me veo obligado a anticiparles la solución de este caso, y descubrir torpe y miserablemente su conclusión: y ésta no puede ser otra sino que el pobre Pierre quedó más perdido aún de lo que había ciegamente empezado, y que jamás logró encontrar ni la más leve pista ni nada que le condujese a ningún lugar o resultado de algún interés, ¡ah! y también que al final Benengeli se salió con la suya.
Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos es aún más importante, más significativo para valorar esta traza y la máquina que la animaba, o para comprender el nulo alcance de lo que prometiendo mucho acabó en poco o más bien en nada de nada. Ésta es la historia de una extensa colección de fracasos sin paliativos, de un imposible sueño que parece ser eterno, pues cuando no hay uno es que hay veinte con la copla de los misterios cervantinos, una ilusión óptica que ha engatusado a muchos y hecho reír a más.
Pero aquí hay que decir que la investigación de este engendro ha estado relegada al ámbito de lo privado, no siendo Pierre culpable de su salida a luz. Pues el autor de estos documentos y estudios nunca los publicó y ni siquiera los pudo terminar, y es muy dudoso que los quisiera dar a conocer según se deduce de algunas de sus notas. Es pues la aplicación y el esmero de sus vanos esfuerzos y la irremediable inutilidad de los mismos lo que me mueve a comentarlos y presentarlos al ocioso lector.
Olvidémonos ahora de las frases, de sus necias vueltas y de sus inoportunas revueltas, dejemos a un lado a Cide y a Cipión, descansen tranquilas las letras en cajas y bandejas, esténse los dedos quietos y las palabras en calma chicha, pasemos llanamente a los datos históricos que conforman y afectan a esta desatinada y compleja historia. Vayamos raudos y directos al comienzo de la narración de los hechos más relevantes, aunque para esto deba remontarme algo más de medio siglo ¡como pasa el tiempo! y volver a recordar sucesos de mi infancia en Zamora y en concreto algunos de los que acontecieron en un lugar, de cuyo nombre sí quiero acordarme, Puebla de Sanabria, donde llegué a pasar un mes de cierto verano.

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Ésta es la "E" capital del comienzo de la narración del Quijote en su edición princeps

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Por Juán de la Cuesta ed. de 1608

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